Desde muy pequeños nos trasmitieron la idea de que en un lugar lejano había alguien que nos daría todo el amor y la felicidad que tanto habíamos ansiado. Nos identificábamos con princesas aburridas y solitarias que tenían todo lo material pero no tenían amor ni felicidad solo un “príncipe azul” podría llenar el amor y la felicidad que nos faltaba. Como notas desde pequeños nos daban a entender que nuestra felicidad y amor a si mismo dependía de otra persona. A los hombres tampoco nos fue muy bien que digamos no solo nos trasmitieron la idea también de que la felicidad nuestra dependía de otra persona sino que deberíamos rescatar a la “princesa en problemas” y llenarla de felicidad y amor.
Así fuimos creciendo y esos mensajes transmitidos por tanto cuento de hadas y telenovelas habían logrado su objetivo. Nos habían programado para que nuestra felicidad y amor propio dependiera de otras personas.
Nuestras relaciones amorosas son una muestra de esas programaciones mentales captadas por la fantasía y la imaginación.
Muchas personas a veces hacemos el papel de “princesa en problemas” o de “príncipe rescatador”. No importa nuestro sexo. Por ejemplo, podemos ver muy frecuentemente la mujer que quiere rescatar a su amado de las garras de la adición y se dice a si misma: “yo sé que mi amor lo cambiara”, “el matrimonio lo cambia”, “cuando tengamos los hijos cambia”. Y así pierde su tiempo y vida tratando de cambiar a una persona que no va cambiar sino hasta que el mismo decida cambiar.
NADIE CAMBIA A NADIE. SOLO SI TU CAMBIAS LA GENTE A TU ALREDEDOR CAMBIA.
También vemos a hombres que tratan de salvar princesas que sufren porque no tienen amor a sí mismas o a la vida, que son dependientes del hombre para ser felices, etc. Y pierden su vida y tiempo tratando que la otra persona sea feliz, pero si la persona no entiende que la felicidad y amor propio empieza por ella misma, seguirá infeliz para siempre.
La realidad es que nadie puede encender la llama del amor propio o la felicidad en alguien más. Cuando tratamos solo le damos “chispazos de amor y felicidad” que no duran mucho tiempo. Solo ellos mismos pueden encender esa llama de amor y felicidad permanente en ellos.
No pierdas tu tiempo tratando de rescatar personas de su infelicidad, de adicciones como el alcohol y otras drogas, problemas de violencia, comportamientos negativos. Solo ellos lo pueden hacer. Aunque parezca romántico y de fantasía rescatar a otro. Lo mejor que puedes hacer es coger tu Pegaso blanco y volar lo más lejos de esa situación, deja que el dragón de la infelicidad y el desamor acaben con esa persona, porque esa será una batalla perdida para ti, porque tú nunca puedes llenar de felicidad a otra persona, la otra persona tiene que tener su propia fuente de felicidad.
Descubre y trata de cambiar en ti ese complejo de príncipe rescatador o de princesas en problemas para que puedas tener relaciones más sanas y duraderas.
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