SOBRE EL AMOR Y EL DINERO

El AMOR Y EL DINERO
Hace muchos años escuche el siguiente cuento que dice así:
Cuentan que en el bolsillo de un millonario se conocieron un billete de cien dólares y una monedita de un centavo de dólar. Dicen que eso fue amor a primera vista, la monedita de centavo nunca había visto un billete de cien dólares tan verde y tan buen mozo, y el billete de cien dólares no había nunca una monedita de centavo tan brillante y tan bien pulida. Fue tanta la atracción de ambos que en menos de una semana se casaron. Dicen que la boda fue de mucha categoría, se casaron en el banco de Nueva York, dos lingotes de oro fueron los padrinos de la boda. Dicen que hasta las tarjetas de crédito American Express, visa y mastercard fueron invitadas. Los dos recién casados se fueron para una isla virgen donde solo los famosos y los multimillonarios tenían acceso. El primer día de luna de miel, se levantaron y desayunaron en el hotel y luego se dirigieron hacia la playa donde esperan disfrutar del sol y del agua. No habían caminado unos pasos fuera del hotel, cuando un ventarrón se llevo el billete de cien dólares, la monedita de un centavo no sabía qué hacer para salvar a su esposo. Finalmente y después de varias horas de estar en el aire el billete de cien dólares pudo tocar tierra y regresar a donde su amada que lo espera angustiada. En un tono amoroso se dijeron que su segundo día de luna de miel sería mejor. Al segundo día de luna de miel, todo parecía perfecto, el sol esta radiante y no había viento. Los recién casados se dirigieron a la orilla de la playa y se metieron al agua para refrescarse, de repente, la monedita de centavo de dólar empezó a hundirse en el agua y se estaba ahogando. El billete de cien dólares empezó a meterse en la profundidad del agua tratando de salvar a su amada, dicen los que presenciaron este horrible incidente que el billete ya estaba perdiendo su color debido al estar expuesto al agua por mucho tiempo. Gracias a los salvavidas, la monedita fue salvada y aunque se oxido un poco, estaba feliz de estar viva. Cuando regresaron a su cuarto de hotel, la monedita y el billete hablaron muy serio y decidieron que apenas llegaran nuevamente a su ciudad se divorciarían. Efectivamente, al regresar a su ciudad, lo primero que hicieron fue ir a donde el juez quien estuvo de acuerdo en divorciarlos pero les dijo que recordaran una cosa: EL AMOR Y EL DINERO NUNCA VAN DE LA MANO.
Ese cuento me recuerda lo mal que hemos sido programados en cuanto al amor y el dinero. Por generaciones nos han hecho creer que el dinero es malo, pecaminoso y hace las personas egoístas e incapaces de amar. La verdad de la vida es que el amor y el dinero pueden ir de la mano. El dinero ni es malo ni es bueno. Como siempre de digo el amor es neutro. Es la gente que lo tiene que dice si lo quieren usar para el bien o para el mal. El dinero puede ayudar a que te concentres en el amor. Recuerda el dinero solo es importante cuando no lo tienes, cuando lo tienes, empiezas a pensar en las cosas importantes de la vida como el amor, la amistad, la poesía, viajar, el arte. Recuerda, la gente no quiere el dinero si no las cosas y el bienestar que el brinda. El amor sin dinero es muy difícil que sobreviva, tu puedes querer mucho a tu ser querido, pero si estas teniendo problemas financieros, no estarás en condiciones de ser amoroso (a), de disfrutar de su compañía, o de divertirte con el(la).
CREEME EL AMOR Y EL DINERO VAN DE LA MANO. Cuando hay bienestar económico, hay bienestar emocional. El dinero no hace la felicidad, pero da bienestar económico.
PERO NUNCA VENDAS TU AMOR POR DINERO. Eso es la mayor ofensa que le puedes hacer al amor. Vive el amor a plenitud pero no tengas miedo a recibir bienestar económico en tu vida. Ábrele las puertas al dinero, respétalo y dale la importancia que se merece en tu vida. Pero NUNCA TE APEGUES AL DINERO, TODO APEGO CAUSA SUFRIMIENTO. Lo que quiero decirte es que quitemos esas creencias negativas acerca del dinero y cambiemos esa programación mental negativa que perpetua nuestra pobreza mental y empecemos a entender que como hijos de Dios merecemos todas las bendiciones económicas y de prosperidad que él nos ofrece.